Los partidarios del presidente veían el 6 de enero “como la última oportunidad para revertir los resultados” electorales, según un informe al que tuvo acceso ‘The Washington Post’.
Conforme van pasando los días del asalto al Congreso, que dejó cinco muertos y ha provocado una grave crisis institucional en Estados Unidos, surgen más indicios que sugieren que el ataque no fue tan inesperado como dijeron las autoridades. Solo tres días antes de esa jornada, el 3 de enero, un informe de la policía del Capitolio advertía de un posible escenario violento contra esa institución por parte los seguidores de Donald Trump, en el que los objetivos de la ira serían los congresistas. “Los partidarios del actual presidente ven el 6 de enero de 2021 como la última oportunidad de revertir los resultados de la elección presidencial”, se lee en el documento de 12 páginas al que ha tenido acceso The Washington Post.
El informe de la unidad de inteligencia de la policía del Capitolio se refería a esa jornada como “la tormenta perfecta de peligro” por el tamaño de la concentración, la urgencia de la misión del grupo, la llamada de los manifestantes a llevar armas letales, la cercanía de las protestas al Congreso y que fueran convocados por el presidente. “Esta sensación de desesperación y descontento podría volverse violenta. Al contrario que las anteriores protestas electorales, los objetivos de los seguidores del presidente no serán necesariamente los contramanifestantes, sino el Congreso”, advertían.
Según The Washington Post, el texto hablaba de la posibilidad de que miles de manifestantes enfurecidos, alentados por Trump y flanqueados por supremacistas blancos y milicias radicales, llegaran a Washington armados para la batalla. El informe que, indica el diario, no parece haber sido compartido ampliamente con otras agencias de seguridad, se suma a otras alertas que pasaron inadvertidas en los días previos al asalto al Congreso.
Esta semana también se conoció de la existencia de otro documento del FBI de Virginia que advertía, un día antes del asalto, de que los ultras estaban planeando viajar a Washington ese 6 de enero con el fin de llevar a cabo actos violentos; una “guerra”, según cita el documento interno, al que también tuvo acceso The Washington Post. Ese texto contradecía la versión inicial de la agencia federal, según la cual no disponía de información sobre la inminente amenaza.
El hecho de que varias luces rojas que sugerían que podía haber violencia se pasaran por alto está siendo objeto de fuertes críticas en Washington. “Fue un fallo masivo. Hay que remontarse al 11 de septiembre para encontrar algo parecido”, dijo el congresista demócrata de Nueva York Sean Patrick Maloney en declaraciones a CNN. Según aseguró, aquel día, en el ambiente en el Congreso todo indicaba que las cosas estaban mal. “Algunos de mis colegas llevaban deportivas por si había que huir”, afirmó. Por su parte, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, pidió el viernes la creación de una comisión de investigación similar a la del 11-S para sacar a la luz los fallos de seguridad y posibles responsabilidades por el ataque.
Entre las víctimas que dejó el asalto de aquel día está el agente de policía Brian Sicknick, que falleció por las heridas que recibió por parte de miembros de la turba que irrumpió en el Capitolio. El viernes se conoció que el FBI investiga a 37 personas con relación a esa muerte. Según un informe obtenido por el diario The New York Times, el FBI indaga además si alguno de los participantes tenía como objetivo secuestrar y asesinar a los legisladores.